Proyecto Haití 360, o el renacer de los escombros con criterios de sostenibilidad.
El 12 de enero de 2010, las placas tectónicas en continua reestructuración y las circunstancias propias del país más pobre del continente americano, provocaron la fijación de una de las efemérides más tristes de nuestra historia reciente, en lo que a catástrofes humanitarias causadas por desastres naturales se refiere. Un seísmo de escala 7.0 en la escala de Richter, con epicentro a pocos kilómetros de la capital de Haití, Puerto Príncipe, desencadenaba el mayor colapso de infraestructuras de su historia, provocando con ello cientos de miles de muertos, otros tantos de heridos, y dejando sin hogar una cifra que rondaba, tras los primeros cálculos, el millón personas. Si bien no supuso el mayor seísmo que se ha podido registrar en nuestra historia, sus consecuencias fueron (y siguen siendo) de tal grado que el terremoto sufrido en Haití hace poco más de un año ha adquirido la consideración de una de las mayores catástrofes humanitarias de nuestra historia.
Es cierto que en ocasiones nos preguntamos por qué la naturaleza castiga a los más débiles. Pero lo cierto es que la naturaleza no entiende de riqueza, ni de desarrollo, ni mucho menos de ingeniería de la construcción. Puerto Príncipe, como otras ciudades del tercer mundo, estaba construida en su mayoría sin atender a especificaciones constructivas adecuadas, y con materiales que distaban mucho de ser resistentes, sobre todo teniendo en cuenta la actividad sismológica que afecta a la isla de La Española. Pero quien no tiene para pan, lógicamente no puede tener para peces.
Tras las primeras actuaciones urgentes de atención a las víctimas por parte de la comunidad internacional, se hizo necesario el planteamiento de la reconstrucción del país tras el desastre ocurrido. Para ello, el 31 de marzo de 2010, durante la Conferencia internacional de donantes celebrada en Nueva York, se decidió la conformación de una Comisión interina para la Reconstrucción de Haití, presidida conjuntamente por el Primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive y Bill Clinton, en representación paritaria de Haití y de la comunidad internacional. El objetivo de esta Comisión supone servir de elemento clave para la validación e implementación de los proyectos para la reconstrucción de Haití, coordinando y supervisando las actividades de recuperación y reconstrucción. Estos proyectos son financiados mediante los diversos fondos ya existentes o creados ad hoc para la reconstrucción del país tras el terremoto, como el Fondo para la Reconstrucción de Haiti del Banco Mundial, y cuya finalidad es servir de instrumento de canalización de las donaciones obtenidas a través de multitud de donantes alrededor del mundo.
La reconstrucción de Haití tras el colapso ocurrido pasa en primer término por la remoción de los cerca de 60 millones de m3 de escombros generados, que atestan las calles obturando las redes de saneamiento y generando con ello focos de epidemias. Además, se hace precisa así mismo la demolición de multitud de edificaciones que han quedado en pie en condiciones de extremo peligro de derrumbe, y en los que siguen habitando numerosas familias. Esta tarea ya ha sido emprendida motu proprio por los haitianos, más por la necesidad de obtener materiales con cierto valor de mercado o susceptibles de reutilización en nuevas (y si no se actúa al respecto, reiteradamente ruinosas) construcciones, que por lo peligros anteriormente citados. Un proyecto de remoción de escombros es el aprobado por la propia Comisión interina para la Reconstrucción de Haití, bajo la denominación Cash for Work, en el que brigadas compuestas por 50 personas realizan demoliciones manuales y reubican los residuos. La eficiencia de este proyecto es claramente baja (posee un coste estimado de alrededor de 70 $ por metro cúbico), puesto que el objetivo del Cash for Work es principalmente dotar de empleo a la población, más que realizar una gestión de los residuos efectiva y eficiente.
El Proyecto Haití 360 supone un paso adelante en la correcta gestión de los residuos de demolición generados tras el terremoto, con el objetivo añadido de que éstos puedan ser reutilizados para la reconstrucción de Haití. El proyecto fue promovido en sus inicios por un consorcio de empresas americanas y haitianas, y al que posteriormente se han podido unir diversas empresas españolas. El proyecto consta de 4 sub-proyectos: la demolición y reciclaje de 20 millones de m3 de escombros (30% del total de escombros estimados); el alojamiento temporal de 24.000 familias en micronaves, que posteriormente servirán para el tejido industrial de Haití; el alojamiento definitivo de otras 24.000 familias en viviendas, para cuya construcción se tendrán en cuenta materiales reciclados procedentes de los escombros (en la fabricación del hormigón, por ejemplo); y por último una serie de proyectos formativos, de fomento del empleo y microcréditos para la población haitiana.
La propuesta de demolición y reciclaje de los escombros se ha basado en cuatro acciones previas: cálculo exacto de la cantidad de residuos generados, caracterización de los mismos, posibilidades de tratamiento y propuestas de utilización de los áridos recuperados. Una vez definido esto, se ha propuesto la utilización de maquinaria adecuada para las demoliciones necesarias, y el montaje de tres plantas: una de clasificación de los residuos para su posterior reciclaje y dos plantas de fabricación de hormigón, en las cuales podrán utilizarse los áridos reciclados generados en la primera. Estos áridos podrán ser utilizados, así mismo, como bases y sub-bases de firmes, e incluso las fracciones más grandes, como escollera para la reconstrucción del puerto.
Para llevar a cabo éste y otros proyectos propuestos para la reconstrucción de Haití, es profundamente necesario la agilización de las cargas burocráticas asociadas a la liberación de los fondos existentes, puesto que hoy en día, siguen sin haberse canalizado la mayoría de las donaciones efectuadas. Esto es importante no por los implicados en los proyectos propuestos, sino por la propia población haitiana, que después de más de un año desde que ocurrió el terrible seísmo, aún siguen alojados en improvisados campamentos, rodeados de condiciones insalubres, en peligro de nuevos derrumbes y esperando obtener los cuerpos sin vida de aquellos familiares y amigos que aún yacen bajo los escombros.
Desde aquí le deseo al Proyecto Haití 360 una pronta implementación, que ayude a renacer a Haití de sus escombros con criterios de sostenibilidad, en el más amplio sentido de la palabra.
-Gracias a Ignacio Tertre, por su interesante ponencia sobre el Proyecto Haití 360, en la Universidad Autónoma de Madrid (9 de diciembre de 2010)-


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